Cuando me concentro en algo, el resto de mi experiencia se relega y se difumina al fondo, como ocurre en una fotografía.
Nuestra experiencia vital es amplia (cómo respiramos, cómo está nuestro cuerpo, qué vemos, qué sentimos…), pero nuestros pensamientos tienen raptada nuestra atención de forma permanente. La buena noticia es que tenemos la capacidad innata de elegir qué atender en cada momento. Con la práctica de mindfulness recuperamos esa capacidad, y liberamos nuestra atención de ese rapto. La atención implica una elección, y toda elección conlleva una renuncia.
Como decía Rumí, el ser humano es un palacio, y permanecer en la mente es como vivir en el sótano de ese palacio, un lugar sin ventanas, sin aire fresco… Cada cual decide.
Fotografía de @kalicatres
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